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viernes, 31 de mayo de 2013

Sobre la Orientación familiar a parejas

Tengo razones para creer que para que una terapia de pareja tenga éxito es necesario en primer lugar tener en cuenta el propósito que sus integrantes tienen para iniciarla. La razón para comenzar está íntimamente ligada a las dificultades que han tenido en cualquiera de las etapas y planos de la convivencia, y que claramente no han podido resolver, porque les han superado, creando una serie de molestias, enfados y pensamientos circulares y repetitivos que se enmarcan dentro de lo que se convierte en una crisis de pareja.

Como muchos autores apuntan, "estar juntos no es lo mismo que sentirse una pareja, ya que para que exista esta deben darse una serie de elementos o condiciones, y la primera es la presencia de un vínculo afectivo significativo con cierta estabilidad en el tiempo que incluye el ejercicio de una vida sexual sana y mínimamente satisfactoria para ambos."

Tampoco permanecer juntos es lo mismo que ser una pareja porque es necesario conseguir las actitudes y aptitudes que te permiten poder sortear los conflictos que necesariamente se presentan. Porque, como digo, se presentan tan seguro a lo largo de la vida que podemos aseverar que una buena pareja no es la que carece de conflictos, sino la que sabe remontarlos, afrontarlos y solucionarlos, saliendo de ellos fortalecida (actitud resiliente) y con un nivel de conocimiento individual y de conjunto bastante superior al que se daba antes del conflicto.

Las áreas en las que se suele dar las confrontaciones usualmente son las de la comunicación afectiva, la intimidad, el proyecto individual y de pareja, los aspectos de autonomía y dependencia, la educación de los hijos, el manejo y destino del dinero, la fidelidad, las relaciones sexuales, el carácter de cada uno; en definitiva es la diferente expectativa que cada uno tiene en cuanto a cada una de las áreas mencionadas, lo que hace que una buena entrevista con la pareja deba establecer la jerarquía de posconflictos y el riesgo que cada uno conlleva párale futuro de la misma. Si así la realizamos y funciona el binomio Orientador-Pareja, será más sencillo acordar objetivos y comenzar una terapia, porque sin los objetivos la entrevista es solo un intercambio de información, pero no un proceso con comienzo y fin.

La variable “tiempo” es fundamental, porque, como nos recuerda S Minuchin, lo que no cambia a corto plazo no lo hará en el largo, por eso no aconsejo las terapias interminables en las que el Orientador pasa a ser uno más de la pareja, forma parte de un triángulo emocional y a veces un eje de dependencia.

Lo cierto es que siempre es aconsejable que ambos miembros de la pareja accedan de motu propio a ser tratados en conjunto y no como suma de dos terapias individuales en paralelo con el mismo terapeuta, ya que lo bueno de la terapia que defiendo es el trabajo en la focalización en las interacciones presentes, en los múltiples discursos y en las interpretaciones paralelas que ambos practican, pero siempre con la posibilidad de la confrontación de esas posturas en un mismo teatro de actuaciones y no por separado. Y así obtenemos un “darse cuenta” de la relación y de los puntos que les separan y les unen.

La historia de una pareja se inicia en el momento en que ambos se autodefinen como tal (acto de voluntad), y empiezan a construir una trama de relaciones que los lleva a conocer cada vez más profundamente sus necesidades, deseos, límites y aspiraciones en los ámbitos importantes y vitales para la vida de esa pareja. Es precisamente cuando todo esto empieza a fallar cuando la crisis de relación hace acto de presencia, siendo necesaria la atención plena de la personas (él y ella) para poder afrontar, con el más puro estilo amoroso, la solución a los conflictos que comienzan.

"Al principio ambos buscan satisfacer las demandas de su pareja, aunque no coincidan puntualmente con las propias; el conflicto posterior se produce porque no todos logran dar continuidad a esta actitud generosa y comienzan a sentir paulatinamente que el otro no se esfuerza lo suficiente, ni tampoco reconoce el esfuerzo propio." (R. Rosenzvaig)

Lo cierto y verdad es que todo problema se sitúa en un contexto y no puede ser desprendido mecánicamente de las características individuales de cada sujeto ni del tipo de vínculo que tiene la pareja, ni de la historia compartida. De la comprensión de estos elementos surge el diagnóstico de la situación y los pasos para modificarla.

Juan José López Nicolás
Sobre datos de S. Minuchin
y Roberto Rosenzvaig (Psicólogo clínico)

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